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En tiempos surrealistas
de Luis Buñuel.

Un cineasta que se destacó como genio por su óptica revolucionaria al ir más allá de lo conocido, al atreverse a realizar narrativas distintas, exigiendo imágenes fuera de la cotidianidad, coexistiendo de manera trascendental a una realidad onírica.

La biografía de Luis Buñuel comienza con el nacimiento del siglo XX, puesto que en febrero de 1900 vio por primera vez el mundo, en España, en un poblado de nombre Calanda (Teruel). Algo importante a destacar fueron sus estudios en la institución Krausista, donde conoció al poeta Federico García Lorca, al pintor Salvador Dalí y al poeta Rafael Alberti, entre otros futuros y destacados intelectuales de su generación.

Daremos un salto en el tiempo, entre 1947 y 1965, Luis Buñuel realizó sus obras cinematográficas tomando la Ciudad de México como escenario para la expresión de su mundo subjetivo y surrealista.


Una de esas obras únicas fue Los Olvidados en 1950; un filme que nos cuenta una cara distinta de la pobreza, la realidad del sentimiento de desamparo y desasosiego de la sociedad. Tomó como locación el barrio de Romita, en la plaza que lleva el mismo nombre y que poseé un templo del siglo XVI, ubicado en Roma Norte. Es en esa toma donde el Jaibo se enfrenta a Pedrito, para llegar a la espiral de destrucción.

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Otra obra fue El Ángel Exterminador, de 1962, una obra donde Silvia Pinal junto con un grupo de aristócratas, muestran la caída de la razón hacia el vertiginoso desenlace en descenso a la locura y desesperación. La trama se desarrolla en una mansión que aún conserva su fachada como el interior, no así la traza de las calles colindantes entre la esquina de Calderón de la Barca y Homero. Recordemos cómo en la película nos muestran que la dirección no está en la calle de la Providencia, sino en la calle de Rocafuerte 1109, lo que ahora es la calle Homero.

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Ahora nos trasladaremos al Barrio de San Ángel con su magistral obra Ensayo de un Crimen de 1955, dándonos como locación la casona que se encuentra entre la calle Del Árbol y Miguel Hidalgo. Se conserva de la casa tanto la fachada como la traza original, misma que podemos apreciar en la cinta, siendo casa del protagonista Archivaldo de la Cruz.

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“Él” de 1953, una obra magistral de Buñuel, se desarrolla en espacios conocidos como la Catedral Metropolitana en sus campanarios, el Templo de San Juan Bautista en Coyoacán y una parroquia donde podemos ver su espiral en caída a la locura. Lo que hoy conocemos como parte del Museo Nacional de las Intervenciones, en la obra se aprecian sus jardines al cierre de la película-

El actor Arturo de Córdova desborda genialidad interpretando a un heredero burgués de nombre Francisco Galván de Montemayor, un hombre controlador, obsesivo y con paranoias que ante los demás, muestra ser un hombre recatado y recto. Entre espacios religiosos, su alterada y singular forma de amar, y su particular locura se puede observar un paralelismo entre Buñuel y el personaje principal.

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En esta travesía sobre un cine surrealista que coquetea con la realidad y la locura, como en la expresión del dramaturgo realista Rafael Campoamor “no están todos los locos dentro del manicomio, ni son locos todos los que han ingresado”.

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La Pérgola de cristal.

Casi todos los mexicanos, principalmente los citadinos, hemos transitado por la Alameda central y posiblemente algunos recordarán a La Librería Cristal. La cual se ubicaba entre el Palacio de Bellas Artes y la Alameda.

Su historia comienza en la época de Don Porfirio, la idea se da como un andador, aunque con el inicio de la Revolución se detuvo el proyecto al igual que el Palacio de Bellas Artes, siendo hasta la década de los años treinta cuando se retomó el proyecto, pero con otra visión.

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Fue en el gobierno del general Lázaro Cárdenas, cuando México se había convertido en el puerto seguro para los refugiados políticos. Llegando una diversidad de artistas y personajes talentosos, algunos eran españoles, como Remedios Varo y un editor industrial llamado Rafael Giménez Siles.

Este último creó la Editora Iberoamericana de Publicaciones, una idea que fue del gusto del presidente por lo cual dio la orden de que tuvieran un espacio idóneo y que mejor: retomar el proyecto de la pérgola. Fue el arquitecto Arturo Sáenz quien edificó los dos pisos que fueron recubiertos de cristal, por esto, el peculiar nombre de la librería de Cristal, la cual fue inaugurada en 1941.

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Se presentó con un éxito arrasador, tal era su triunfo, que hicieron coincidir a grandes mentes con un éxtasis de creación y recreación para la música, arte, letras y tazas de café. El espacio contaba con una sala de exposiciones donde se podían presentar las ideas que confluían entre el arte y los sueños de grandes mentes, reconocidas a nivel internacional.

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Aún podemos echar un vistazo de cómo era ese inigualable lugar gracias a la película Estrategia Matrimonio de 1967, protagonizada por Silvia Pinal entre anaqueles y la disposición y extrañeza de los libros.

Aunque su ocaso fue en 1973, cuando Luis Echeverría decidió demolerlo por supuestas mejoras que se requerían sobre la calle. En consiguiente, Octavio Sentíes, jefe del Departamento, acató la orden desde el autoritarismo.

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Posiblemente mientras la pérgola de cristal era desmantelada, se podía contrastar con el funesto desenlace de la caída de la Biblioteca de Alejandría.


Fuente: Página web del Museo Palacio de Bellas Artes. Documento “Historia de una pérgola y una librería de cristal” de la Universidad Autónoma Metropolitana. Biblioteca Virtual de Cervantes “Testimonios de admiración sobre la Librería de Cristal de la Pérgola”. Artículo “Nostalgia por la Ciudad de los Palacios” de Martha Fernández para la revista electrónica “Imágenes” del Instituto de Investigaciones Estéticas -UNAM. Versión digital del libro “Diccionario de la literatura mexicana. Siglo XX”, coordinado por Armando Pereira, UNAM-Ediciones Coyoacán.

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Palacio de Comunicaciones
y Obras Públicas

Estructura moderna y acabados artesanales históricos.

La planeación y construcción se desarrolló desde principios del siglo XX. El modernismo y su revolución tecnológica e industrial era por un lado el ímpetu de desarrollo, la palabra mágica en ese entonces era "Modernidad" y por otro lado, la reacción a la automatización y el desprestigio de la producción en serie, vulgar, y alejada del arte. Estaban los estetas como Oscar Wilde y los prerrafaelistas como William Morris, John Everertt Millais y Dante Gabriel Rosetti exaltaban lo medieval, lo gótico, para otorgar privilegio a la mano de obra artística. La implementación de ambas, era considerada la solución. Se designó al Arquitecto Italiano, naturalizado Mexicano: Silvio Contri.

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El palacio se mandó a construir con vigas, acero y métodos constructivos modernos; los acabados,en contraste, se delegaron a empresas familiares de artesanos Florentinos de renombre, mismos que trabajaron en navíos y palacios que exaltaban el arte y su mano de obra especializada. ( La casa Coppedé y la Fondería Pignone)

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Ecléctico, se le denominó.

El Palacio era el símbolo de la prosperidad, de la modernidad y el desarrollo de México después de muchos años recomponiéndose de la guerra de Independencia; en 1910, se cumplirían 100 años y habría que anunciar al mundo, que México, estaba listo para la modernidad, y al mismo tiempo, estaba a la vanguardia de las corrientes artísticas mundiales.

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La secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, se encargaría de la construcción de edificios, del sistema ferroviario, de las carreteras, del incipiente teléfono y del telégrafo, herramienta muy utilizada en ese entonces. Para tal responsabilidad, se necesitaba un recinto digno de la misma, un palacio con estructura moderna y una obra de arte en sus acabados.

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Tras el andar del Tranvía.

Considero que la frase “todos los caminos llegan a Roma” podría ser trasladada a México mencionando que “todos los caminos llevan al Zócalo”; pensando que el centro histórico es un punto de confluencia y unión, como un corazón palpitante de una vida capitalina con sus pequeñas venas que en su momento fueron las rutas en las que se trazaban los tranvías.

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Se podría considerar al tren como aquel padre del tranvía, claro con sus claras peculiaridades, siendo la compañía del ferrocarril de Tacubaya la pionera en instalar los primeros ferrocarriles exclusivamente urbanos de la Ciudad de México, y lo hizo en 1871, con las líneas de Buenavista y la de la Aduana.

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Todo concurría con los ritmos y la lógica de los tiempos. Los callejones y calles cerradas eran excesivamente estrechos y la mayoría con falta de iluminación siendo inapropiado para el tránsito de los tranvías con tiro animal, y posteriormente, para los eléctricos que empezaron a funcionar al despuntar el siglo siguiente.

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El escritor Mario Camarena nos menciona como la red férrea pasaba por el centro y corazón de la Ciudad de México, partiendo del Zócalo Capitalino.

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Siendo algunos espacios que se vieron con un rostro cambiante por las demoliciones de edificios para abrir paso a lo que se conocería como una de las entradas más importantes al zócalo y con esto a la movilidad de una ciudad creciente y en desarrollo; entre estaciones importantes como lo era Indianilla la cual podemos recordar en escenas donde se muestra el montaje y mantenimiento de los tranvías en la cinta La ilusión viaja en tranvía de 1954 del cineasta Luis Buñuel que ofrece un contexto de la vida social, política y geográfica de un México en desarrollo

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Otro filme que nos permite ver cómo eran esos andenes y la Estación Buenavista es la obra Distinto amanecer 1943 del director Julio Bracho. Una estación que fue pensada por el empresario Antonio Escandón y construida en 1873, construida en lo que eran los terrenos de la Hacienda de Buenavista; con un diseño neoclásico por el alemán J. Muller. Sin olvidar que ese espacio fue remodelado, en donde anteriormente se encontraba la estación de Ferrocarriles Mexicanos.

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Curiosamente existían diversos tipos de tranvías, incluso algunos que eran de primera y de segunda clase, siendo distinguidos los unos por su color amarillo canario, y los otros por su color verde. En otros casos existían aquellos que eran para un servicio fúnebre; se menciona que por ello se recomendaba velar al difunto en alguna vivienda cercana al paso de las vías, para que fuera más sencillo contratar el servicio que llevaría al finado al panteón, en compañía de su cortejo fúnebre.

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El tranvía no solo fue un simple medio de transporte, sino también un dador de historias y un partícipe de ellas. No solo por la nostalgia que causa, más bien, por el vínculo tan estrecho que mantuvo con las calles y la vida diaria de las personas que los utilizaban. Vio crecer una ciudad desde los cambios estéticos aunados con las ilusiones que se mantenían en la vida cotidiana y en la marcha del tiempo.

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Las obras de Manuel Ortiz Monasterio
en el centro.

Bellas Artes y la Alameda eran acompañadas por obras del arquitecto Manuel Ortiz Monasterio.

Desde una vista área, al sur, el edificio Art Decó La Nacional, y al norte en estilo similar, La Mariscala; escoltaban al resplandeciente Palacio de Bellas Artes al centro, conectadas por la línea del actual Eje Central Lázaro Cárdenas antes San Juán de Letrán.

Desde ángulos opuestos, al oeste, el edificio de la Lotería Nacional y al este, el Edificio Santa Clara.

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El Art Decó era asociación al estridentismo y la modernidad; recién saliendo de la resaca de haberse impactado del conocimiento de la existencia de varias dimensiones , expresado hasta en el espiritismo, la revolución de las máquinas, la elegancia y sencillez de las líneas rectas con permiso de un pequeño boleo marcó la arquitectura con elegancia simple y refinada; Art Decó en México.

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El área que enmarca al Palacio de Bellas Artes y la Alameda, se le sumaban hoteles y edificios modernos que habitaban con espíritu moderno en armonía con las construcciones existentes en esa área del ombligo de la luna, Tenochtitlan.

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La excepción al Art Decó es el ecléctico edificio Santa Clara, construido en la antigua calzada de Tlacopan, ahora Bolívar.

En ese espacio, en 1579 se comenzó la construcción del Convento de Santa Clara, y como menciona la placa inaugural, en 1661, se le otorgó la bendición y se comenzó la construcción de la capilla de la Purísima Concepción; se terminó en 1730.

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En 1860 con la laicidad del estado el convento fue convertido en casa de vecindad y adjudicado a Juan A Mateos quien lo vendió a Carlos HagenBech.

El año de 1942 fue adquirido por La Nacional Cia. De Seguros sobre la Vida S.A. y se le encargó la construcción a los Arquitectos Manuel Ortiz Monasterio y Carlos Greenham, el ingeniero civil, Mariano Lozano.

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Se le denominó Edificio Santa Clara por respeto y cariño al ocupar el espacio del convento.

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